Procesión de Viernes Santo, única en el mundo






El Viernes Santo está dedicado, —según el calendario católico— a la celebración de la Pasión de Cristo y esencialmente a la veneración del Santo Sepulcro.

En nuestro medio, el acto central de la jornada se concentra en la adoración a la Cruz, y las diferentes procesiones que salen de los principales templos. Con los primeros rayos del sol se inicia en la ciudad de La Paz, la Procesión que parte de la Basílica Menor de San Francisco y trepa empinadas cuestas rumbo al Calvario; en horas de la tarde inician su peregrinación las demás Procesiones acompañadas de su feligresía desde varios puntos de esta urbe; lo propio ocurre en el resto de Bolivia.

En la Sede de Gobierno, son tradicionales las procesiones de las zonas de San Pedro, El Rosario y Gran Poder; en la zona sur, las del barrio de San Miguel y de Obrajes, ésta última se extiende hasta entradas horas de la noche; siendo las más antiguas las de San Sebastián y La Merced.

La Semana Santa y sus actos litúrgicos se remontan en nuestro país a los tiempos de la colonia. La Procesión del Viernes Santo que salía de la Iglesia de La Merced, recorría los alrededores de lo que se constituye hoy en día en el casco viejo de la ciudad, vale decir las calles que circundan “la Plaza” principal (Colón, Ingavi, Comercio y Ayacucho).

El “Cortejo fúnebre” se iniciaba al final de la tarde y estaba acompañado, tanto por la sociedad paceña de ese entonces, como por los indígenas que llevaban consigo grandes cirios para iluminar la noche.

Los monaguillos encabezaban aquella Procesión haciendo sonar grandes “matracas” (propias de los actos litúrgicos) que llamaban a los feligreses a acompañar al Santo Sepulcro, —una humilde Imagen del Cristo muerto— que era llevada en hombros por las autoridades, así como vecinos notables. Le acompañaba la Virgen Dolorosa.



Si bien el escritor Elías Zalles, en su libro: “Tradiciones y anécdotas bolivianas” habla de la presencia del presidente Mariano Melgarejo junto a tres de sus ministros, llevando en hombros el Santo Sepulcro, en el siglo XIX, —tal como lo refiere el teólogo Ramiro Sanjinés, en una excelente recopilación presentada el Lunes pasado— el carácter oficial que tiene hoy en día la Procesión del Santo Sepulcro en Bolivia se inicia con el presidente René Barrientos Ortuño, en la década del 60’ del siglo pasado, que asiste junto con su banda de música del Colegio Militar y acompaña como Jefe de Estado la Procesión de ese año. A partir de entonces, el Presidente de la República, Vicepresidente, Ministros, Prefecto, Alcalde de la ciudad y la ciudadanía asisten a esta ceremonia “Oficial” que sólo puede ser apreciada en Bolivia.

Desde ese entonces los cadetes de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional son los encargados de escoltar cada una de las Imágenes, y sus bandas de guerra le dan el marco musical solemne a esta celebración interpretando aquellos tristes “boleros de caballería” que datan de la Guerra del Chaco, además de marchas fúnebres, contrastando con las silenciosas procesiones de América Latina, o los redobles de tambor que conducen las Imágenes en España (único país de Europa que realiza este tipo de procesiones).

A esta Procesión fueron añadidas otras “Andas”, que datan del siglo XVIII, como la del “Paso del Calvario” (desde 1950), el “Señor de las Caídas” (desde 1971) que fue llevada en sus inicios por jóvenes monaguillos de la Parroquia, hoy transformados en padres y abuelos que mantienen viva esta tradición. Otra Imagen presente en esta Procesión es la del “Señor de la Sentencia”, descontinuado su paso por muchos años a falta de una Hermandad que se ocupe de su arreglo, fue repuesta hace no más de dos años por alumnos del Colegio Germán Busch.

Los vecinos notables del siglo pasado han sido reemplazados en la actualidad por “Hermandades y Cofradías”, integradas por devotos enfundados en túnicas con los rostros cubiertos, que se encargan también del cuidado de las Imágenes a lo largo del año, así como de fortalecer la fe ofreciendo celebraciones mensuales y efectuando obras de carácter social.

Esta solemne Peregrinación transita cada año en medio de anécdotas, como la que le pasó al Cristo “Nazareno” el 2007, cuando le tocó esperar pacientemente a “su banda militar”, debido a que miembros del protocolo se la llevaron para que acompañe al Vicepresidente, desde Palacio de Gobierno al Templo de los Mercedarios ubicado a poco más de una cuadra de distancia.

El tiempo de lluvias ha sido también inclemente con esta Procesión, de ahí que no es nada raro encontrar a lo largo de su recorrido varios lugares de refugio para cuando a las Imágenes les pueda “pescar” la tormenta. Están las Iglesias del Carmen, Santo Domingo, San Sebastián, San Francisco y la Catedral, aunque en la mayoría de los casos tan sólo se ha tenido que acudir al paso veloz.

Costumbres que son más bien de respeto, supervisadas por laicos y seglares, —que son personas que no tienen órdenes clericales, pero son los más diestros en estos temas de protocolo como Don Camilo allegado al Colegio Inglés Católico— no permiten por ejemplo que ningún curioso o asistente a la Procesión de Viernes Santo, lleve puesta una gorra o sombrero; así como tampoco espiar el solemne recorrido tras alguna ventana, siendo gentilmente obligado a desistir de ello. Por otra parte la vecindad es instada a recibir el paso de las Imágenes decorando los balcones de sus ventanales con elegantes lienzos adornados con flores.

Javier Escalier Orihuela es Presidente de la Cofradía del Señor de las Caídas