Participación de la Hermandad del Señor de las Caídas 2008









Inicio y aprestos a la Procesión de Viernes Santo



Procesión de Semana Santa en La Paz, Bolivia 2008






Procesión de Viernes Santo, única en el mundo






El Viernes Santo está dedicado, —según el calendario católico— a la celebración de la Pasión de Cristo y esencialmente a la veneración del Santo Sepulcro.

En nuestro medio, el acto central de la jornada se concentra en la adoración a la Cruz, y las diferentes procesiones que salen de los principales templos. Con los primeros rayos del sol se inicia en la ciudad de La Paz, la Procesión que parte de la Basílica Menor de San Francisco y trepa empinadas cuestas rumbo al Calvario; en horas de la tarde inician su peregrinación las demás Procesiones acompañadas de su feligresía desde varios puntos de esta urbe; lo propio ocurre en el resto de Bolivia.

En la Sede de Gobierno, son tradicionales las procesiones de las zonas de San Pedro, El Rosario y Gran Poder; en la zona sur, las del barrio de San Miguel y de Obrajes, ésta última se extiende hasta entradas horas de la noche; siendo las más antiguas las de San Sebastián y La Merced.

La Semana Santa y sus actos litúrgicos se remontan en nuestro país a los tiempos de la colonia. La Procesión del Viernes Santo que salía de la Iglesia de La Merced, recorría los alrededores de lo que se constituye hoy en día en el casco viejo de la ciudad, vale decir las calles que circundan “la Plaza” principal (Colón, Ingavi, Comercio y Ayacucho).

El “Cortejo fúnebre” se iniciaba al final de la tarde y estaba acompañado, tanto por la sociedad paceña de ese entonces, como por los indígenas que llevaban consigo grandes cirios para iluminar la noche.

Los monaguillos encabezaban aquella Procesión haciendo sonar grandes “matracas” (propias de los actos litúrgicos) que llamaban a los feligreses a acompañar al Santo Sepulcro, —una humilde Imagen del Cristo muerto— que era llevada en hombros por las autoridades, así como vecinos notables. Le acompañaba la Virgen Dolorosa.



Si bien el escritor Elías Zalles, en su libro: “Tradiciones y anécdotas bolivianas” habla de la presencia del presidente Mariano Melgarejo junto a tres de sus ministros, llevando en hombros el Santo Sepulcro, en el siglo XIX, —tal como lo refiere el teólogo Ramiro Sanjinés, en una excelente recopilación presentada el Lunes pasado— el carácter oficial que tiene hoy en día la Procesión del Santo Sepulcro en Bolivia se inicia con el presidente René Barrientos Ortuño, en la década del 60’ del siglo pasado, que asiste junto con su banda de música del Colegio Militar y acompaña como Jefe de Estado la Procesión de ese año. A partir de entonces, el Presidente de la República, Vicepresidente, Ministros, Prefecto, Alcalde de la ciudad y la ciudadanía asisten a esta ceremonia “Oficial” que sólo puede ser apreciada en Bolivia.

Desde ese entonces los cadetes de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional son los encargados de escoltar cada una de las Imágenes, y sus bandas de guerra le dan el marco musical solemne a esta celebración interpretando aquellos tristes “boleros de caballería” que datan de la Guerra del Chaco, además de marchas fúnebres, contrastando con las silenciosas procesiones de América Latina, o los redobles de tambor que conducen las Imágenes en España (único país de Europa que realiza este tipo de procesiones).

A esta Procesión fueron añadidas otras “Andas”, que datan del siglo XVIII, como la del “Paso del Calvario” (desde 1950), el “Señor de las Caídas” (desde 1971) que fue llevada en sus inicios por jóvenes monaguillos de la Parroquia, hoy transformados en padres y abuelos que mantienen viva esta tradición. Otra Imagen presente en esta Procesión es la del “Señor de la Sentencia”, descontinuado su paso por muchos años a falta de una Hermandad que se ocupe de su arreglo, fue repuesta hace no más de dos años por alumnos del Colegio Germán Busch.

Los vecinos notables del siglo pasado han sido reemplazados en la actualidad por “Hermandades y Cofradías”, integradas por devotos enfundados en túnicas con los rostros cubiertos, que se encargan también del cuidado de las Imágenes a lo largo del año, así como de fortalecer la fe ofreciendo celebraciones mensuales y efectuando obras de carácter social.

Esta solemne Peregrinación transita cada año en medio de anécdotas, como la que le pasó al Cristo “Nazareno” el 2007, cuando le tocó esperar pacientemente a “su banda militar”, debido a que miembros del protocolo se la llevaron para que acompañe al Vicepresidente, desde Palacio de Gobierno al Templo de los Mercedarios ubicado a poco más de una cuadra de distancia.

El tiempo de lluvias ha sido también inclemente con esta Procesión, de ahí que no es nada raro encontrar a lo largo de su recorrido varios lugares de refugio para cuando a las Imágenes les pueda “pescar” la tormenta. Están las Iglesias del Carmen, Santo Domingo, San Sebastián, San Francisco y la Catedral, aunque en la mayoría de los casos tan sólo se ha tenido que acudir al paso veloz.

Costumbres que son más bien de respeto, supervisadas por laicos y seglares, —que son personas que no tienen órdenes clericales, pero son los más diestros en estos temas de protocolo como Don Camilo allegado al Colegio Inglés Católico— no permiten por ejemplo que ningún curioso o asistente a la Procesión de Viernes Santo, lleve puesta una gorra o sombrero; así como tampoco espiar el solemne recorrido tras alguna ventana, siendo gentilmente obligado a desistir de ello. Por otra parte la vecindad es instada a recibir el paso de las Imágenes decorando los balcones de sus ventanales con elegantes lienzos adornados con flores.

Javier Escalier Orihuela es Presidente de la Cofradía del Señor de las Caídas

Recepción de la Hermandad en Viernes Santo






Recepción ofrecida por el Directorio Gestión 2008-2009 de la Hermandad del Señor de las Caídas

La Semana Santa que no se ve






La Semana Santa se la vive, —principalmente en Latinoamérica— con rasgos y características muy propias de cada región. En Bolivia existen muchas de esas tradiciones; tradiciones no oficiales que han sido preservadas gracias a familias y núcleos sociales privilegiados, que se precian de mantener una Semana Santa, que fácilmente, no se ve.

Una tradición que perdura pese al paso del tiempo es la realización del Preste del Señor del Santo Sepulcro junto a sus “estandartes”, que desde el siglo han “acompañado” a la Procesión del Santo Sepulcro en las Iglesias de San Sebastián, frente a la Plaza Alonso de Mendoza —en la zona de Churubamba— y El Rosario —de la calle Illampu—, con grandes cruces y unas elegantes urnas de cristal que guardan perlas y joyas de oro puro, muchas veces prestadas sin garantía por familiares y amistades del “pasante”, “Monumentos” que el tiempo y la falta de resguardo policial se han encargado de hacerlas desaparecer.

En la zona sur, la Iglesia del Señor de la Exaltación, de la zona de Obrajes, el Preste mantiene una costumbre parecida, que fue llevada e instaurada en sus inicios por las familias de carniceros, con la particularidad que quienes pasan esta festividad, preparan las enormes y pesadas “Andas” adornadas con flores que son elaboradas a mano con meses de anticipación.
Los "Estandartes" son elegidos por el Pasante Mayor, y su responsabilidad es la de atender a sus invitados. Pasada la Procesión del Santo Sepulcro, convidan a los parientes y amigos que han acompañado el cortejo, a sus hogares o salas de fiesta, para compartir un momento de camaradería, donde les servirán en largas mesas delicadamente adornadas, un banquete de “siete platos”, entre frutas de la estación, dulce empanadas y una "cervecita" negra.

El protocolo en estos actos exige vestir de luto estricto, así como de ofrecer a los convidados “tandas” de música sacra y fúnebre interpretada por la banda que acompañó la Procesión.

Como una curiosidad, la costumbre en esta clase de actos obliga a los asistentes, al finalizar el encuentro, a servirse delicadamente hasta el último bocado que quede sobre la mesa.

Estos Prestes de Semana Santa, si bien mantienen la congoja y respeto a través del luto riguroso el Viernes Santo, ofrecen, en la Fiesta del Domingo de Pascua un sonado festejo en honor al Cristo resucitado.

Otra tradición de estas fechas que se impone principalmente en el campo se refiere a “una licencia inocente” para hacer lo que no está permitido, en la seguridad de que el Señor, el tiempo que dura su sepultura, “no está viendo”. De ahí que los jóvenes se dedican a recoger los frutos de los árboles vecinos, con la venia cómplice de sus dueños, siempre y cuando este “pecadillo” no influya en gran manera a su economía.

Tantos estas como otras tradiciones locales de nuestra Semana Santa han perdurado en el tiempo, aunque sea junto con las nuevas modas y sabores que han inundado nuestras calles como los famosos huevos y conejos de chocolate.

Javier Escalier Orihuela

Semana Santa de Tradiciones








Emotivas son las jornadas de Semana Santa que se viven en ocasión de la celebración de estas fechas de marcado fervor religioso entre los bolivianos, que por miles se vuelcan a las calles a vivir la Pasión y posterior Resurrección del Hijo de Dios.

Los actos preparados por la Iglesia Católica se inician el Domingo de Ramos, conmemorando el triunfal ingreso de Jesús en Jerusalén sentado en el lomo de un burrito, —como muestra de humildad— y la tradicional bendición de las "palmitas", tejidas por hábiles floristas, que sirven para proteger de todo mal a los fieles durante el año.

Sin embargo, la ceremoniosidad y recogimiento se dan a partir del Jueves Santo, fecha en que se recuerda la Última Cena de Jesús con sus apóstoles, y día en que se estila visitar 7 o 14 Templos para venerar el Monumento al Santísimo, donde se encuentra el cuerpo y la sangre de Cristo representados en el pan y el vino; los Templos acostumbran cubrir con paños morados la mayoría de los altares “menores” donde se encuentran Santos y otras advocaciones.

El luto riguroso manda a la hora de asistir por la noche a los actos litúrgicos y la visita a las “14 Estaciones”, como se llama a los 14 Templos que deben ser visitados, aunque también se permite visitar sólo a 7. A la mañana siguiente, se acompañará la Solemne Procesión que recrea la Pasión y muerte de Jesucristo.

Una de las costumbres, vigentes hasta hace poco, obligaba a mantener el debido respeto de la ciudadanía en estos días en los que no está permitido organizar ningún tipo de festejos. Hasta hoy en día los religiosos, —generalmente extranjeros— no permiten el ingreso a sus templos a jovencitas que vistan con generosos escotes, falditas cortas, ni pantalones, por considerarlo como una falta de respeto para con la solemnidad de la fecha.

Hace no más de dos décadas todavía, las radioemisoras y el canal de televisión estatal “pasaban” solamente música sacra o clásica, nada cantada. Nuestros abuelos, muy estrictos, no permitían tararear siquiera una canción. Acorde a esta actitud, las salas cinematográficas sólo exhibían películas de la pasión de Cristo, o de aquella época como El Manto Sagrado, Ben Hur y Barrabás; y por ordenanza municipal, se cerraban todos los lugares de diversión, como confiterías y boliches de la ciudad, tradición rota hace una década por una conocida cadena de restaurantes con la marca del elefante; aunque aún se impide la venta de bebidas alcohólicas.

La llegada de la Semana Santa en Bolivia y particularmente en la ciudad de La Paz es esperada con ansias, porque también es una oportunidad para saborear comidas propias de estas fechas. Infaltables son los “siete platos”, la fruta de la temporada y las “masitas”.

Pese a que los días de Semana Santa están marcados por el ayuno y la abstinencia, los paceños se han dado modos para darse un banquete de comidas que no contengan carne roja —aves incluidas—, desde preparados livianos como el arroz con leche, compota de duraznos y ricas "humintas", hasta deliciosas comidas que aparecen sólo para esas fechas, como el delicioso "ají de cochayuyo", o el "ají de bacalao" (pescado deshidratado traído desde Noruega), acompañados de papas y thuntas "ph’alas"; queso “humacha”, “carbonada” de zapallo, o sopa de camarones, que la familia boliviana degusta junto a un diverso menú de platos a base de pescados y mariscos. Junto a las frutas de la estación: uvas, peras y “pacayas”.

Una variedad "masitas" y "fruta seca" se saborean en Semana Santa, maicillos, roscas, bizcochos y "dulce empanadas", evocando a las que se adquirían en las ferias de los mercados Lanza y Rodríguez, que otrora fueran popularizadas por la famosa "Chock’a", Doña Antonia Vda. de Silva; "Gumicha", Doña Gumercinda Vda. de Valenzuela; "Llanta baja", Doña Alicia Borda y “Doña Florentina”, famosa por la venta de "llauchas" en la calle Zoilo Flores, —hoy todas ellas desaparecidas— que al filo de sus vidas, supieron sabiamente heredar recetas y “saberes” a familiares y allegados, a fin de que aquellas delicias pervivan en nuestras mesas.


Javier Escalier Orihuela es Presidente de la Cofradía del Señor de las Caídas

Jueves Santo 2008





Arreglo y armado de Andas





Jueves Santo, visita a las Iglesias